martes, 12 de julio de 2011

La vida es un sueño, Arsenio .2.


Arsenio Rodríguez
Decía en el post anterior que, luego de Sabroso y caliente, Arsenio Rodríguez había producido dos discos que no terminarían siendo bien recibidos por el público. Las razones pueden deberse a que tal vez estaba ahondando demasiado en su propia investigación sobre los ritmos cubanos, y afuera, en el mundo real, lo que imperaba era el mambo y el chachachá. Por si fuera poco, la pachanga estaba a punto de sacudir los cimientos de la musicalidad neoyorquina y generar una fiebre que duraría cuatro años. Adicionalmente, los empresarios le pedían a este músico extraordinario que tocase la música más rápidamente, y éste se negaba a hacerlo. El son montuno tenía su propio tempo y no tenía intenciones de modificarlo.
A todo esto hay que agregar, además, el hecho de que la revolución cubana de los Castro terminaría por cerrar las puertas de Cuba y todo lo que la isla musicalmente pudiese exportar. La originalidad del son cubano brioso y sin matices que tocaba Arsenio comenzó a ser visto como una rémora.
Como algo pasado de moda.
Ese mismo año, 1957, Rodríguez grababa con Luis sabú Martínez el muy específico Palo congo, publicado por Blue Note Records, y en 1958 entraba al estudio de nuevo para registrar Primitivo (que no vería la luz hasta 1963). Ambos estaban tan imbuidos en la tradición musical cubana que era difícil hacerlos encajar con los sonidos enhebrados y mestizos que se producían en Nueva York, derivados de los diversos matrimonios sonoros que estaban teniendo eco en el gusto de la gente. Las big bands vivían su mejor época y Arsenio, desgraciadamente, estaba comenzando a no encajar con todo esto.
En 1960, haciendo un gran esfuerzo para seguir en la palestra y lograr un contrato con algún sello disquero,  grababa cuatro canciones que vendería posteriormente al venerable Gabriel Oller, dueño del Spanish Music Center de la ciudad, uno de los centros de promoción más importantes de la música en español que tenía Nueva York, y que contaba con un sello disquero propio, SMC. Oller había registrado durante los años 40 y 50 a muchos de los músicos más importantes del ambiente, como es el caso de Noro Morales, Tito Rodríguez, Tito Puente y Miguelito Valdés. SMC compró esas canciones recién producidas a las que añadió cuatro grabaciones más, todas por 500 dólares, y las reunió en un disco, Cumbanchando con Arsenio (fiesta en Harlem), que está tan forzosamente descatalogado hoy en día que no se consiguen ni siquiera los masters.
No tengo la certeza, pero es muy probable que el motivo por el cual este álbum no se vaya a volver a editar tiene que ver con una historia tan inverosímil como humana, que la plasma con tanta precisión el periodista Max Salazar que solo hago la traducción al español de su texto, publicado originalmente en la revista Latin Beat en el año 2000:
En 1988, Gabriel Oller se retira y se muda a Las Vegas para vivir con su hermano, Vicente Tatay. Para esa época, Oller sufría de Alzheimer. A finales de ese año, fue atropellado por un vehículo cuando cruzaba el boulevard principal de la ciudad, ignorando la prohibición de un semáforo y muere. Un sobrino de su hermano, Andrew Tatay, heredó todas las pertenencias de Oller. Parte de ellas estaban ubicadas en un almacén de seis pisos que guardaba miles de discos de 78 revoluciones -de a 25 por caja-, así como también contratos de sesiones de grabación, que incluían los nombres de los músicos, fechas, salarios, títulos de las canciones, fotografías y otros documentos históricos. Ignorando el valor de esa inmensa memorabilia, el sobrino vació el almacén y tiró todo eso pensando que era basura.
Es bastante seguro que dentro de esa basura estuviesen las grabaciones originales de muchos discos, incluyendo éste, que al menos se consigue en mp3 por internet gracias a un bootleg que ha sido ofertado en varias ocasiones por eBay. Debe haber pocos ejemplares de Cumbanchando con Arsenio por el mundo y, aparentemente, todos están en formato de vinilo.
Sería muy fácil castigar con la hoguera eterna al sobrino Tatay por semejante despropósito, pero no creo ya que valga la pena.

Este álbum maravilloso contó con la participación de Arsenio en la voz, el tres y el quinto, Frank Suffront y Pedrito (se desconoce su apellido) en las voces, Rosalía Montalvo cantando los boleros (uno de ellos, Habla corazón, no está incluido en el bootleg), Israel Berríos en la guitarra, Alfredo Valdés Jr. en el piano y los arreglos, Israel Travieso en la tumbadora, Pedro Jackson en el bajo, Raúl Travieso en el bongó y Luis sabú Martínez en la conga. El disco comienza con Son pachanga/Emilio Dolores, una plena festiva que inicialmente se llamó Gozando en el barrio, pero su título fue cambiado para plegarse a la moda de la pachanga que estaba triunfando en la ciudad. Hay mucha libertad en el tema y un gran virtuosismo en las cuerdas por parte de Arsenio, que demuestra la importancia que ha tenido el tres en su desarrollo musical.
La canción siguiente es La vida es un sueño, uno de sus mejores boleros (aunque en Youtube no se consigue una sola versión suya). Fue compuesto a raíz de una historia triste que esbocé en el post anterior e intentaré resumir aquí, porque vale la pena: en 1947, Miguelito Valdés le informó a Arsenio de la existencia de un doctor de apellido Castroviejo, especialista en oftalmología y padre del Banco de Ojos, que había logrado devolverle la vista a una persona y gozaba de mucho prestigio. Existía, pues, la posibilidad de que él pudiese recobrarla también. Varios músicos y promotores, como Machito y Federico Pagani, decidieron hacer un baile para recabar fondos destinados a pagar una posible operación para Arsenio. El evento se hizo con mucho éxito. En un viaje posterior a Cuba logró incluso recoger más dinero. hasta alcanzar un total de 26.000 dólares, cifra astronómica para la fecha. Desgraciadamente, durante el examen médico el doctor Castroviejo detectó que el problema estaba en el nervio óptico, que estaba muerto. No podía entonces hacer nada para devolverle la vista. Arsenio regresó al apartamento donde se estaba quedando a tomar una siesta, y al rato llamó a su hermano Raúl para recitarle los versos que siguen a continuación

Después que uno viva veinte desengaños
qué importa uno más.
Después que conozcas la acción de la vida
no debes llorar.
Hay que darse cuenta que todo es mentira
que nada es verdad
Hay que vivir el momento feliz
hay que gozar lo que puedas gozar
porque sacando la cuenta en total
la vida es un sueño
y todo se va.
La realidad es nacer y morir
por qué llenarnos de tanta ansiedad.
Todo no es más que un eterno sufrir
el mundo está hecho sin felicidad

Fue una de sus piezas más grabadas y él mismo hizo varias versiones, tal vez para remarcar la provisionalidad de la vida y de la misma felicidad.
Luis Cora es la siguiente canción, un son montuno dedicado a su barbero del Bronx, que nunca le cobraba por cortarle el pelo y por eso decidió componerle una canción. Esto podrá parecer superficial, pero es uno de los acentos de Arsenio: el canto a la cotidianidad, al barrio y su gente, justamente una de las características del fenómeno salsero que se desarrollaría pocos años después.
La canción que viene a continuación es una de mis preferidas de toda su discografía, un canto a sus raíces, con una sabiduría para concentrar en tan pocos versos esa realidad tan certera que le tocó vivir: Yo nací del Africa no es más que un soberbio reconocimiento a sus antecedentes y un exorcismo a todo ese tráfico terrible de seres humanos que fue la esclavitud, que rompió familias y pueblos enteros en el continente negro y les hizo adoptar apellidos ajenos, condenados que estaban a llevarlos de por vida. Porque, antes incluso que cubano, Arsenio siempre se reconoció como nativo de Africa. Y ahora, con la independencia de la República de El Congo en 1960, había más motivos para cantar esa africanidad

Yo nací del Africa (sí)
Tal vez sea del congo (tal vez)
Tal vez de Ampanga (tal vez)
La del río Congo (tal vez)
Tal vez sea mosungo (tal vez)
Tal vez sea congo real (tal vez)
Tal vez sea de Ambala (tal vez)
Tal vez sea manguá (tal vez)
Yo no soy Rodríguez (no)
Yo no soy Travieso (no)
Yo no soy Herrera (no)
Yo no soy Fernández (no)
Yo no soy Barroso (no)
Yo no soy Peraza (no)
Yo no soy García (no)
Yo no soy Morales (no)
Tal vez sea Lomuto (tal vez) 
Tal vez sea Lumumba (tal vez)
Tal vez sea Casa-Vubu (tal vez)
Yo nací del Afríca (sí)

Corriendo fortuna es una rumba rural que recorre los pueblos de la infancia y juventud de Arsenio, y la santería que nadaba libremente en ese sincretismo desarrollado por los negros, esclavos y liberados. Cumbancha mamá tiene unas divertidas letras de doble sentido que es poco probable que fuesen grabadas hoy en día, así como un corto pero contundente solo de bajo de Jackson. La tina de María Elena es una pachanga festiva, y Cruel destino un bolero-chá. Lo dicen todas es un son montuno festivo, y Guaguancó en el remeneo, cantada por el propio Arsenio, hace en el pregón un nuevo honor a la musicalidad proveniente de Africa.

50 años después de haber sido producido, el disco es una joya imprescindible, uno de esos momentos mágicos en la historia de la música cubana. Pero en el momento en que salió al mercado, 1962, fue percibido como algo antiguo, desencajado, a contrapelo con lo que estaba sonando en ese momento en la ciudad: una música más rápida, con arreglos más efectivos, definitivamente más moderna. El movimiento musical latino que poco a poco se apoderaría de la escena (y de muchas de sus canciones, luego remozadas) siguió dejando a un lado a uno de sus padres, aunque hay que reconocer que él mismo se había negado a seguir la corriente musical y, debido a eso, su marginación fue mayor.
En sus siguientes producciones esa disonancia sería cada vez más evidente.
De dos de sus últimos álbumes, cuando ya Arsenio entraba forzosamente en los parajes de la decadencia, hablaré en el siguiente post.

La continuación de esta entrada sigue aquí.

1 comentario :

  1. Clase de leccion de historia,maravillosa investigacion,y panal,excelente prosa,Xoan esperaremos con ansia la parte final,de la triologia

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